COMUNIDAD MERCEDARIA

Fray Emilio Santamaría Fernández

Nuevo Superior de la Comunidad Mercedaria de San Gregorio

Agradezco la invitación que me brinda la Hermandad del Santo Entierro para hacer una breve y modesta presentación de mi larga vida sacerdotal y religiosa. Sé que no queda bien hablar de sí mismo, pero prometo no exagerar en las virtudes.

Llegué a Sevilla el 4 de septiembre de 2018, procedente de Salamanca. Estando apenas 4 meses poco puedo hablar de mi vida en Sevilla. Mejor hacer una retrospectiva de mi vida anterior. Soy de un pueblo de Burgos, de una familia de 7 hermanos. En los años 60 todos, padres y hermanos, emigramos para diferentes ciudades de España. En 1957 yo fui al seminario mercedario de Lekeitio (Vizcaya) donde ya estaba un primo mío. Así comenzó mi vocación religiosa. Pasé 14 años de formación en diversos seminarios de la Merced: Lekeitio (Vizcaya), Sarria (Lugo), Herencia (Ciudad Real), Poyo (Pontevedra). Fui ordenado sacerdote en 1971. Mi primer destino sacerdotal fue una parroquia de Madrid, en la zona de la Castellana. Allí trabajé durante 6 años y uno más en otra parroquia de la zona de Arturo Soria. Estos siete primeros años de trabajo pastoral fueron muy ricos y también desafiadores. Tenía el entusiasmo, la energía, la ilusión de la juventud, pero eran también tiempos de aprendizaje y de novedad. Era una parroquia de mucha participación y de muchos retos para un sacerdote principiante. Al mismo tiempo que trabajaba en la parroquia, cursé estudios de Sociología en la Complutense. Allí viví con intensidad la transición política de España.

En 1978 mi vida cambió de rumbo. Acepté la invitación que me hizo un antiguo compañero para ir a Brasil. Y partí para Brasil como misionero, en enero de 1978, siendo mi primer destino la enorme ciudad de Sao Paulo. Enfrenté los desafíos de todo misionero: aprender nueva lengua, conocer otra cultura, trabajo pastoral con muchas novedades, una parroquia de periferia con 80.000 habitantes y un momento político de transición de dictadura militar a democracia, bastante más convulso que el de España. Todo esto fui asimilando con paciencia y con tiempo, con aciertos y desaciertos, entre alegrías y añoranzas. Creo que el Señor ayuda con especial amor a los misioneros que dedican su vida al evangelio. Además, la comunidad parroquial se torna comprensiva y generosa con el misionero, entendiendo las dificultades que enfrenta. Esto lo digo por experiencia personal. En Brasil estuve en cuatro grandes ciudades: Sao Paulo, Rio de Janeiro, Salvador y Brasília. En total fueron 32 años de trabajo. Los trabajos a los que más me dediqué fueron la formación, la pastoral y el gobierno. Fui Vicario Provincial y Provincial por 14 años. Esto me obligó a viajar por todo el país, para visitar las 10 comunidades que teníamos. Como hecho más significativo quiero mencionar la creación de la Provincia Mercedaria de Brasil en 2007, siendo yo el primer Provincial. Antes dependíamos de la Provincia de Castilla, España.

En 2010 fui elegido Consejero General y tuve que partir para Roma, sede del gobierno General. Nuevos desafíos: lengua, cultura, costumbres, etc. La novedad de Roma es la experiencia de iglesia universal que se vive. A Roma llegan católicos de todo el mundo. En el Gobierno General asumí las tareas de la formación y de la postulación general. Me tocó llevar hasta el final la causa de beatificación de 19 mártires mercedarios en 2011, celebración que tuvo lugar en Tarragona en 2013. Pasados los 6 años de Gobierno volví para España, a la comunidad de Salamanca. Pasé dos años hasta 2018 cuando me destinaron a Sevilla.

Como veis pasé más de la mitad de mi vida fuera de España. Soy español pero cuando volví no conocía España. Me sentía un extranjero en su patria. Otro esfuerzo de adaptación. Siento que en la edad madura todo cuesta más. Aquí estoy, en Sevilla, con vosotros, queridos hermanos de San Gregorio y de la Hermandad del Santo Entierro, con la mejor voluntad de servir en cuanto el Señor que me dé fuerzas para hacerlo lo mejor posible. Muchas gracias por la acogida, por el cariño, la ayuda y por la gracia sevillana que tenéis.